jueves, 18 de diciembre de 2008

Destello de aurora, Pegaso en el cielo.


Te mueves con gracia por los caminos de Ymir.
Idolatrando la elegancia, mientras postergas tu estadía en el cielo.

Divino...
No permaneces atado a obligación alguna,
pues se te han perdonado pecados que jamás cometerás.
Si bien es cierto que naciste de la sangre de Medusa,
tu corazón es puro y calido.
Aun así siempre serás juzgado,
pues realmente no se necesitaban alas para así poder volar.

Insufrible recuerdo de Belerofonte.
Abriste con un golpe de tus cascos el Monte Hélicon,
consagraste a las musas con sus aguas,
que según se cree, son la fuente de inspiración.

Majestuoso Pegaso en el cielo, si te marcharas nuevamente,
pediré como último recuerdo que abras tus alas y las hagas nuestras.

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