domingo, 21 de diciembre de 2008

La gloria de los desgraciados.


Y una vez culminado el trabajo todo acabo.

Todo excepto la memoria, ha llegado a su fin.
La reciproca labor que atestiguaron sus logros,
culminaron en cierto apogeo de ilusiones.

Las sonatas casi diurnas de el ocaso,
sembraron templanza en quienes las oían.
De aquellos soñadores entristecidos que siempre aguardan.

Los cuervos, se convirtieron en fieles amigos de el hombre,
que permanecían con ellos cuando estos morían de inanición.

Y el duque, de quien jamás se hablo nada,
engordaba con el pescado que creía suyo, proveniente de nuestras costas.

Se castigaba con gracia a los deudores.

El vigor se notaba cuando sus gargantas sedientas,
probaban la leche materna de alguna madre en plena violación.

Y el gran señor, y el magnánimo, y pontífice de todos los pueblos hermanos,
nos demostró que nuestra vergüenza cabía en un simple espejo de mano...


De cuyo dueño, éramos unicamente el instrumento sagrado.

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